We don't need no modern Jesus

miércoles, 13 de abril de 2016

Festín de Freud

No sé. No estoy acá para ser juzgada por aquello que vaya a decir o aquello que vaya a callar. Pero no, no sé. No sé por qué estoy acá.
Me perdí, y siento caer lágrimas frías, porque no tengo nada ni a nadie a quien culpar más que a mí misma, porque nadie me mandó, nadie me obligó y yo sola me perdí. Me perdí a mi misma. No siento mi esencia, ni mi ser y cada noche que paso frente a la ventana me discuto si alguna vez me tuve, si alguna vez lo supe con convicción. Y no sé.
Quiero descubrir en dónde es que estoy perdida, en dónde me dejé si alguna vez me tuve, pero averiguar algo así se siente como una misión suicida donde nada termina bien, donde la oscuridad y el humo de cigarrillo acaban por volver loco a uno.
Tal vez no tenga otra opción, o tal vez la única opción sea seguir sin mí. Hacer otro yo suena más fácil y alegre, pero ¿quién es yo?


Hoy soy mi otro yo, el yo que hacía de suplente hasta que tuvo la antigüedad que se necesita para ser titular de cátedra. No me gusta este yo, es oscuro, hace frío y siento ardor en las rodillas de tanto caer. Me siento gris. Pero es mejor que no ser nadie, o eso me digo como intento de auto-convencimiento. Pero la realidad es que este yo no es más que una simple carcasa que alguna vez supo proteger algo que desapareció hace tiempo.
Y hoy ya no me busco, ni me encuentro. Es como correr con los ojos cerrados. Esperando, no esperando.










jueves, 29 de octubre de 2015

Desvanecerse

No es mentira que resulta mucho más fácil escribir mientras uno está triste o de malas, porque ¿quién querría leer las buenas noticias ajenas? Las personas están más interesadas en conocer ese recóndito espacio donde ocultamos las tristezas y los secretos.
Y sí, todos lo tenemos. Algunos se esfuerzan más que otros por mantenerlo ahí donde está, por las dudas de que se rompa y no haya nadie a quien culpar. Pero otros, menos cobardes, menos reservados lo desempolvan con altura de vez en cuando para evaluar qué tanto se puede decir, qué tanto hay que ocultar.
Una vez hace no mucho me perdí como era de esperarse, en esos pasillos oscuros de la mente humana mientras en el exterior me acuerdo de estar cantando Do I wanna know mientras acomodaba papeles. Algo tuvo que pasarme en el semblante, en los movimientos de mis manos para que volviera de ese lugar. Y cuando volví, no había papeles por ordenar, ni canciones de banditas indies para cantar.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Espinas y demás

Doles en la piel, como Febrero. Brillas por tu ausencia como ese 17 fantasma que eligieron. Quién, no sé. Pero se que no tuvimos opciones, o no nos dimos cuenta de que la decisión estaba tomada antes de que pudiéramos modular.
Capaz no era el momento, en qué les cambiaba una vuelta mas a la Tierra, o dos o las que hubiera disponibles en Ebay. Y en esto nos convertimos, buscando la oferta que salga primero, siempre raspando, siempre queriendo llegar a, pero quedándonos a mitad de camino como los infantes en la trepadora del jardín, cayendo antes de tiempo.
Capaz si era el momento, capaz lo necesitabas en silencio para no preocupar a nadie, pero quien no podría preocuparse de un ser tan increíble que en dos minutos te enseña cómo hace la vida para enseñarte, y que nadie te puede enseñar mas que ella aunque sea con un cachetazo, si al fin y al cabo todos se van y vos me seguís doliendo en la piel como Febrero.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Pum

Oasis y pum. Si, pum. Pum de recuerdos, sentimientos encontrados y algunos un poco empolvados. Qué raro no escribir de madrugada, apenas son las once pero vos ya estas durmiendo, o eso creo yo.
Capaz me cueste escribir porque me estuve oxidando en un rincón, seguramente escuchando Oasis, y pum.
¿A donde te fuiste? A ningún lado. Yo me fui a no se donde mientras te veía borrar el playlist que armamos ese día en mi casa y se te escapó lo que ya sabes que prometimos no decir. Y justo ese día estaba Oasis en la tele, y pum.
Ya no estabas cuando lloré en los rincones de ninguna parte por tanto tiempo que me dolía la cabeza y me olvidé de como pensar, pero sí me acordé de tu cara y de los lóbulos de tus orejas mientras en ninguna parte escuché Oasis, y pum.
También estaba ese verano, pero nadie sabe como yo, que el verano corta y pincha desde que empieza hasta que termina, principalmente en Febrero. Y ese verano que te fuiste ni siquiera estaba en casa, y mucho menos estuviste en la tuya. No estábamos en ninguna parte pero estoy segura de que mientras empezaba a brillar tu ausencia yo escuchaba Oasis, y pum.
Ni siquiera nos dijimos chau, ya ni siquiera te voy a ver. Nos desencontramos un par de veces pero cuando cierro los ojos y me miras se me pasa todo. Y ya no necesito ningún Oasis para acordarme de nada, ya no hay pum de madrugada ni días de humedad.

martes, 29 de julio de 2014

Humo tricolor

Me encanta estar sola cuando estoy con vos, porque nadie nos nota. Entonces nos miramos dos segundos y entendimos el secreto. No nos queremos nada pero cuando respiras, hasta Margarita se da cuenta de que me extrañaste.
Aunque me canses y no quiera hablar con vos no me quiero ir a dormir, todavía no termine de contarte mis batallas. Y si no me hubieras preguntado, nos hubiera quedado tiempo para que me cuentes las tuyas mientras poníamos banditas indies y tomabamos café, pero soy muy egoísta y ya me quedé sin puchos otra vez.
Capaz otro día me tome el tiempo para decirte que no se puede, pero tus demonios se enojarían con los míos. Y si me preguntaras, te diría que tus demonios son tan famas que mis cronopios no los soportan. Pero no me preguntaste.
Si quisieras ya te podrías haber ido ese día cuando me enojé y me odiaste diez minutos, pero ahora ya es tarde y te vas a dormir. Me tengo que ir para que Margarita no se de cuenta de que estuve con vos otra vez.

jueves, 3 de julio de 2014

Ese día, hoy y mañana

¿Qué te pasa? Y no me contestó. Lo miraba mientras terminaba mi café y me evadía con banalidades. De repente se quedó inmóvil, pero no una inmovilidad corriente, sino una de verdad. Una que llego a tal punto que tuve que preocuparme. Y me quedé ahí, mientras me miraba y yo le escribía a mi mamá que iba a llegar tarde. Creo que me pidió perdón y me preguntó que fue lo que había dicho. Así que le repetí, ¿qué te pasa? En ese momento no se quedó inmóvil, sino que empezó a gritar, a gritar como si lo hubieran apuñalado. Pero solo estábamos él y yo. Y sin saber por qué yo también grite, grite que estaba harta y que lo odiaba, y que también me odiaba. Me levanté para irme, y cuando estaba a punto de cruzar la puerta me volvió a pedir que repitiera la pregunta. Llena de enojo y tristeza, sin darme vuelta, le pregunté de nuevo, ¿QUÉ CARAJO TE PASA? Silencio. Me di vuelta, y estaba sola.

Ya no me acuerdo muy bien como fue, es que fue hace tanto. Se me cruzan las palabras y creó que hasta algunas las inventé. Tampoco me acuerdo si fue real, si era él, o era yo. Pero si sé que ese día me olvidé de cómo querer a alguien y de quién era Dios, y sentí frío en pleno verano.

lunes, 16 de junio de 2014

Hojalata

A veces no importa de donde vengas o a donde vayas, o capaz a nadie le importa porque total, a vos tampoco.
Vas por ahí con la armadura de hojalata del abuelo que ya está bastante oxidada, pero vos seguís y seguís aunque se esté cayendo a pedazos. Todos te miran pero vos no miras a nadie, vos no podes ver a nadie que no es lo mismo. Se puede mirar sin ver y ver sin mirar, y a vos ya no te dejan. No les gustó tu forma de ver las cosas, no les gusto porque vos veías lo que ellos no y entonces te dejaron ciego. Pero ciego y todo, seguís mientras la armadura se sigue destartalando.
Casi llegando a anda a saber donde, porque no te importa, sentiste el frío en tu cuerpo por primera vez y solo bastaron dos segundos para que te des cuenta de que el yelmo finalmente había cedido. Y ciego y todo, desnudo y todo, seguiste.
Pero a ellos no les gusto que sigas a pesar del frío que se clava como navajas en tu cuerpo y entonces te cortaron las piernas. No dijiste una palabra porque tus ojos vacíos lo dijeron todo y otra vez, te fuiste a anda a saber donde porque a veces no importa de donde vengas o a donde vayas, pero a veces si.