Guardé un cigarrillo hace un año con una promesa estúpida, si lo volvía a encontrar sería bajo medidas desesperadas.
El paso del tiempo es como prender un fósforo y esperar a que se consuma, que quede totalmente negro. Y si yo misma soy el fósforo, entonces ya me quemé.
No vengas a ayudarme porque ya no te creo nada. No me salves para salvarte. Lastimame, lastimame para que sepas que estoy viva, que quiero y puedo vivir sin tu altanera presencia.
Con sigilo y en la oscuridad, encuentro el cigarrillo, y lo rompo con violencia, con lágrimas pero también con alivio.
Y es que ese puto cigarrillo eras vos con tus estúpidas promesas.
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