We don't need no modern Jesus

martes, 27 de mayo de 2014

1978

Recupero la conciencia, mi cabeza duele. Siento frío, lo que parece ser arena me raspa las rodillas pero permanezco inmóvil. No puedo abrir los ojos, algo no me lo permite. Lloro y las lágrimas no logran abrirse paso por mi rostro. Las están deteniendo, las están silenciando.
Me invade el pánico y solo quiero despertar de lo que podría ser una horrible pesadilla. Pero reí amargamente, era real. Era muy real.

Está oscuro, tengo miedo pero no se a qué. Una mano abraza la mía y me obliga a caminar sobre esa arena que lastimaba mis pies descalzos. Unos segundos después entendí que tenía los ojos vendados.
Me quitaron la venda y al abrir los ojos estaba caminando sobre una arena filosa y transparente con pequeños tintes rojos.

No pude soportar la escena que tenía frente a mí: decenas de cuerpos acribillados, con los ojos vendados, torturados, maltratados. Pequeños niños.
Un miedo atroz me recorrió de pies a cabeza. Sabía que ya estaba muerto.

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